Annito Quaglia nos remonta al nacimiento, en 1862 en la cercana zona de Sant'Urbano (PD ), de su abuelo Giuseppe, que sembró la semilla de la tradición molinera de la familia Quaglia, hoy más viva que nunca en la harina de Petra.

No tenemos fotos de la época, sólo recuerdos transmitidos de generación en generación e historias familiares, que parten de una inscripción en el registro de la oficina de registro del municipio de Vighizzolo d'Este (la que se ve en la película y que ahora se expone a la entrada del nuevo molino) para hablar de mundos y formas de vida difíciles de entender hoy en día.

La figura del molinero era una de las piedras angulares de las comunidades del pasado, y su arte era esencial para la supervivencia en tiempos y lugares difíciles, como los pantanos neblinosos de las tierras bajas paduanas en los años cercanos a la Primera Guerra Mundial.

Y justo a este lado de esos pantanos, a orillas del Adigio, cerca de Sant'Urbano, Giuseppe construyó tres molinos montando las piedras en barcazas amarradas en las curvas para aprovechar con seguridad la corriente del río.

Uno de estos molinos se lo dio como dote en 1913 a su hijo Angelo, a quien la generación actual atribuye el mérito de haber transformado una empresa incipiente de principios del siglo XX en una empresa organizada que hoy es artífice de un profundo cambio en el mundo de la harina.